miércoles, 24 de septiembre de 2008

La lucha de las metáforas en Biología

Cada posición en biología se presenta como la defensa de una metáfora. Dawkins usa la imagen de los genes como unidades informacionales con carnadura molecular que se arman máquinas para su pervivencia y replicación. Margulis imagina las organelas como animalitos que viven juntos en una pacífica simbiosis. Gould habla del paseo del borracho. Behe piensa en los organismos como máquinas tontas de complejidad irreductible. Sheldrake piensa en una radio que sintoniza distintas emisiones de un campo radial. Los neodarwinistas hablan de paisajes adaptativos, y Waddington de paisaje epigenético.
Cada metáfora da verosimilitud a cada una de estas posiciones. Si los seres vivos fueran como radios, tendría razón Sheldrake. Si fueran máquinas de complejidad irreductible, tendría razón Behe. Si fueran máquinas creadas por los genes, tendría razón Dawkins, etc. El problema no es saber cuál es la metáfora correcta, porque la metáfora no posee la propiedad de la verdad "por correspondencia", sino a lo sumo representa una "verdad poética". "Verdad" es entonces, en la biología moderna, "verosimilitud", en el sentido en que es verosímil un relato que hable de brujos y hechiceros si describe un mundo mágico, o es verosímil un relato que compare al Universo con una biblioteca en la que hay un libro que contiene todos los libros.
Copyright Daniel Omar Stchigel. Derechos reservados.

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